El Cuento Que No Quería Escribirse | Cuentos para niños
El papel estaba en blanco. Sofía debía escribir un cuento para su clase, pero algo mágico ocurría: el lápiz no se dejaba agarrar.
El lápiz bailaba sobre la mesa junto a las pinturas, que lo seguían en una fiesta de colores. El amarillo reía tanto que terminó rodando por el suelo, iluminando la habitación. Sofía no tuvo más remedio que unirse al baile, dando pequeños saltos.
De repente, la música cambió a un vals. Sofía fingió bailar elegantemente y, con un movimiento rápido, atrapó el lápiz. Por fin, podía usarlo.
Escribió “Érase una vez”, pero las palabras desaparecieron como humo. Probó con “Había una vez” y ocurrió lo mismo. Frustrada, intentó varias frases sin éxito. Finalmente, escribió “Colorín colorado, este cuento se ha acabado”. Las palabras estallaron en coloridos fuegos artificiales que iluminaron su cuarto.
Sofía no lograba escribir su cuento, pero se divertía. Cantó con el lápiz, dibujó con las pinturas y creó un vestido para su muñeca con hojas de papel. Su mesa se transformó en un espectáculo lleno de creatividad.
Al día siguiente, entró a clase con la cabeza en alto. Aunque no llevaba su cuento escrito, no estaba preocupada. Había aprendido que, aunque las cosas no salgan como planeamos, lo importante es intentarlo y buscar soluciones creativas.
Cuando la profesora le pidió su cuento, Sofía lo narró en voz alta, y todos escucharon fascinados. A veces, los mejores cuentos no se escriben… se viven.
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